miércoles, 16 de febrero de 2011

IV

Es la 1 de la tade. Hace poco más de una hora que estamos en el consultorio. Llueve torrencialmente. El consultorio es muy moderno, está decorado con lo último de las tendencias para consultorios. Todo es blanco, los muebles, las paredes, el piso. Las luces también son blancas y se escucha una música muy suave que no llego a identificar, una música instrumental. Si uno no se relaja acá es porque es anormal. Hay un patio interno lleno de plantas exóticas, parece un ecosistema encapsulado, un microclima, desconozco en materia de biología. La lluvia baña todas las plantas, las gotas se resbalan por entre las hojas, me hace acordar a los diluvios tropicales de Misiones, Brasil, el Amazonas. No se puede hacer mucho en Bs. As. por la lluvia, así que fuimos a los outlets, no bajamos del auto, fuimos a Pacífico y probamos colchones, sí, probamos colchones. Teníamos hambre, queríamos comer algo. Nos sentamos en dos cafés, uno en el patio de comidas del shopping, otro afuera, pero no muy lejos. Nos levantamos de los dos de la misma manera: disconformes, porque no podía ser de otra. Compramos cosas en Farmacity y las comimos en el auto, en el viaje de vuelta. Llegamos como a las 6, me puse una película de la 2da guerra mundial, me acosté en la cama de Sarah, me tapé y como consecuancia me dormí. La película no era para nada mala ni aburrida, pero se me caían los ojos. Ahora acabo de despertarme, son las 10 de la noche. Tengo otro mensaje de C en el celular, le respondí, le puse que no tenía crédito y que esta noche nos veíamos. Ya paró de llover y creo que soñé algo. T me pidió especialmente que anote los sueños, que no me los olvide. Estoy segura de que soñé algo pero no puedo recordarlo, intento pero no puedo, ni siquiera recuerdo la sensación que me dejó. Voy a ir a Antares de nuevo, a pesar de mi promesa de no volver nunca más. Ahora que lo pienso esa promesa no tiene ningún sentido, es un desprendimiento de una promesa ajena...


III

Hoy tuve una tarde comunicativa, B pasó por casa y fuimos al centro. Quería comprarle una campera a la mamá que había cumplido años el día anterior, la acompañé. Estuvimos un rato en el local de P, estuvimos mas tiempo hablando pelotudeces que comprando la campera. P contó los últimos acontecimientos con M.E, los mensajes que se mandaron, las cosas que se dijeron después de haberse mandado los mensajes, las cosas que pensaron después de haber hecho lo que hicieron, las cosas que hicieron sin pensar. Nada demasiado intrigante, más bien conocido. En un momento dejé de prestar atención y estuve ausente el resto del tiempo, mirando la ropa al pasar y escuchando de a ratos. P dijo que hoy se juntaban en lo de T, que ella iba y que fueramos, que tocaba la banda de O y que después había fiesta por el cumpleaños de L. Yo dije que no creía que fuera, que tenía planes. Me hice la misteriosa y no di ninguna otra información. A la salida fuimos a tomar un café. Fuimos a Runnie's. Yo vengo yendo desde el lunes principalmente por el área de fumadores y el latte. En Runnie's le conté a B que no estaba muy bien, que no me está gustando nada de nada ultimamente, que me daba la sensación que todos estaban en la suya, que a nadie le importaba nada de nadie, y que por eso me sentía un tanto ajena. Escuchó porque no podía hacer otra cosa y después habló.


II

Tengo algunos recuerdos de las cosas que hice esta semana. Ya es domingo, ya pasó la primera semana de vacaciones de invierno. No quiero que pase así el resto de mi vida. Recuerdo el día del amigo, lo festejamos en la quinta de T, no fue el mejor día del amigo que he pasado. Recuerdo que mandé mensajes y llamé a mucha gente. Llamé a L y a O, y mandé mensajes a varios. Fue bastante malo el día del amigo. Estaba V por supuesto, yo la estaba evitando desde hacía dos meses, no nos veíamos, ni hablabamos, ni mensajes, ni actividad en el facebook, nada, estaba orgullosa de mí. En realidad la pasé mal por varias cosas. Principalmente porque había mucha gente, eramos como quince, y cuando somos quince quiere decir que hay diez que sobran, por lo menos. Había gente que sobraba y me molestaba que estuviera ahí, como H, como M. Pasé muchísimo frío y no pude dormirme hasta las 11 de la mañana. Me alegré de veras cuando por fin llegué a mi casa. Después de eso no quise volver a ver a ninguno de ellos. Solamente hablé con F un día, el día antes del viaje, para preguntarle lo de J. Pero todavía no había novedades y me arrepentí de haberle hablado. También me pidió que le trajera una pavadita de Pinamar y no le traje nada. Compré una pinza para cejas pensando en M pero creo que me la voy a quedar para mi. Hablé con B también, el mismo día antes de viajar. Le dije que me iba, era lo único que le quería avisar, y no he vuelto a hablar con ella ni con ninguno. Estoy bien así, creo que no quiero verlos por ahora. Quisiera ver a L mañana, si se da y no está muy ocupada haciendo lo de siempre. Mañana vamos a ir a Buenos Aires al médico, no se en qué momento me voy a poner a hacer todo lo que tengo que hacer de la facultad.


I

Son las 8.45 de la noche. Legamos a casa. Recién recibí un mail que tengo que contestar pero no tengo ganas, es de mi hermana, me cuenta lo que hizo anoche, la gente que vió y la resaca que tiene, cosas de las que hay que deconfiar si uno es serio. Comí muchísimo en el viaje, tengo asco y ganas de vomitar, asique estoy fumando para bajar la comida, no se si sirve. No sé que hacer esta noche, me llamó un amigo pero no tengo ganas de alejarme mucho de esta estufa. Hay una Quilmes al lado del velador que, sin embargo, dentro de un rato voy a tomar.

martes, 15 de febrero de 2011

vivir del cuento




Desde el comedor del departamentito de un cuarto piso de Avenida Maipú abrían fuego con una ametralladora 12.50 refrigerada por circulación de agua. La metralla intermitente y ruidosa barría la zona sudoeste de los jardines y las caballerizas tratando de concentrarse en el sector que en esa época llamaban "paseo de los coches".

HOLA

miércoles, 9 de febrero de 2011

Home

El día que tengamos nuestra casa, nos vamos a dar el gusto de tener mascotas y llamarlas como nuestros parientes fallecidos. Así, el coballo se va a llamar Darío; el pez, Juan Carlos; la tortuga, Mariana; los dos canarios, Victor y Jorgelina; la gata, Araceli.