domingo, 25 de julio de 2010


Me dijo que todo iba a salir bien y me dejó apoyar la cabeza en sus piernas. Donnie era un hombre muy cálido y atento. Sus ojos me transmitían un temor moribundo. Me arrancó la ropa en el jardín y me violó, varias veces mientras escuchabamos los autos pasar. Yo le decía, "está bien Donnie, soy una cualquiera y necesito que me castigues". Él me arrastro desnuda varios metros hasta una pequeña casita que se ubicaba detras de los árboles. Allí me golpeó hasta que me desmayé. Cuando abrí los ojos estaba en un sótano, el dolor era tan fuerte que vomité. Por todos los medios intenté que el vómito no cayera sobre su ropa, pero accidentalmente un poco se resbaló y manchó una de sus botas. Se molestó tanto que tomó una pala y comenzó a golpearme la cabeza y el cuerpo. Yo le rogaba que se detuviera, que ya no podía soportar tanto dolor. Quedé inconsciente otro rato. Cuando volví a despertar recuerdo que estaba parado en el marco de la puerta, fumando un cigarrillo. Me miró a los ojos y lanzó una carcajada. Luego recogió un poco del vómito con la mano y me lo restregó por la cara, asegurándose que entrara por todo mi sistema respiratorio. Se reía escandalosamente y me pasaba su mano llena de vómito, me lo pasaba por la nariz y la boca. La tortura continuó, tomó un cuchillo y me hizo varios cortes en la cara y las manos. A pocos metros de nosotros había una máquina de carnicero, que se usaba para seccionar la res. Utilizó la máquina conmigo. Cuando desperté en el hospital, una semana después del incidente, me habían amputado todo por debajo del cuello. Enemigo, amado seas.

domingo, 11 de julio de 2010

Diálogos en BurgerKing

4





-Como rompés las bolas Mara- la interrumpió Nina.
-¡No entiendo por qué se niegan a razonar!
-Aunque mas no sea, para hacerte entender eso Mara, que todo es inútil, o equivalente a nada- prosiguió Nina.
-Y me decís que no son nihilistas.
-No, no lo somos. Vos sos nihilista. Sos capaz de pasarte la vida preocupada por las boludeces que pasan en éste microcosmos de la hamburguesa. Nada de esto es importante. Todo es accidental, y no es más que un resorte que nos manda a lo que de veras es importante.
Mara negaba con la cabeza.
-No te entiendo…- dijo en tono sonámbulo. Pero tampoco estaba segura de si entendía sus propias palabras. El lugar se había vuelto irreal, quizás indiferente. Notó que muy cerca había un espejo. Alcanzó a mirarse, estaba muy pálida, su rostro parecía velado. Mara se sentía paralizada. Todo se borraba en una niebla corrosiva. Si eso no era el abismo, se le parecía bastante.
-No me siento bien- intervino- ¿Qué hora será?
Nadie dijo nada.
-¿La hora tampoco tiene importancia para ustedes? Supongo que no, claro, que va a tener- volvió al silencio- para ustedes nada es importante, pero para mi sí.
-Para vos tampoco.
-¡Basta! ¡Que tercas son! No podemos seguir hablando.
-Puede ser, pero en realidad no es necesario hablar, hay cosas de las que no hay que hablar. Hablar arruina todo.
-Entonces no digamos mas nada- dijo Mara- Adiós.
Más allá de lo que pensaran, Mara estaba desilusionada de que aquella conversación no hubiera dado frutos. Lo que ella esperaba era que sus misteriosas compañeras le hubieran revelado su mundo. Un mundo al revés, simétrico y en espejo al mundo real, con todos los valores invertidos. Esa habría sido la simplicidad que la hubiera dejado satisfecha. Pero ya era una oportunidad perdida, y con ella se perdía todo lo demás.

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3





-¿Querés que te explique?- le preguntó Nina. Se refería a la conversación que habían iniciado antes de que ella se levantara a buscar la coca-cola. -Mirá esto- prosiguió, y llamó a la chica del escobillón.
-¿A qué hora cierran?
-¿Que a qué hora cerramos?
-Sí. Quiero saber a qué hora cierran. ¿Sos sorda o pelotuda?
-Bueno, no te enojes. Cerramos a las nueve, pero yo siempre me quedo haciendo cosas después de hora.
-Qué mierda me importa. Gracias. Chau.
A juzgar por la expresión de la recién llegada, Mara supuso que con gusto habría seguido la conversación, pues no parecía nada ofendida por los modales de Nina.
-¿Cómo te llamás? Inquirió Mara.
-Fernanda.
-Que nombre mas boludo- agregó Sheena.
Mara no hizo caso a la intromisión.
-¿Hace mucho trabajás acá?
-Unos meses, pero también estudio, estoy terminando la secundaria.
-Sí, y también la primaria- volvió a intervenir Sheena
Mara comprobó que tenía su misma edad, y eso la sorprendió, sus ritmos de vida eran en algún punto parecidos, pero a la vez muy diferentes, y mucho más diferentes que los de Sheena y Nina.
-No, la primaria ya la terminé, pero el año que viene quiero entrar n la Facultad de Medicina.
-Si si si, seguí barriendo Doctora- le contestó Sheena con la antipatía que la caracterizaba. –Andate nomás. Aire.
La chica se fue caminando lento. Con humildad de sonámbula. Parecía medio tonta, medio simple, algo que Mara reconoció de ella misma.
-Las hacen en serie- prosiguió- trabaja, estudia, deberíamos haberle preguntado si tiene novio.
-Que crueles son. ¿No se dieron cuenta acaso que la chica esa no era como ustedes? No tenía intenciones de discutir, ni mucho menos de ser agresiva. Hablaba de su vida como si fuera lo mas natural, y mas violenta si se quiere que la de ustedes. Es otra forma de tomar la palabra.
-¿Y cómo es entonces?- preguntó Sheena que por primera vez mostraba un interés genuino por las palabras de Mara.
-Yo creo que se parecía bastante a mí. En medio de mi incertidumbre sólo puedo identificar que, en realidad, su presencia las hace palidecer, mucho más de lo que habrían imaginado. Eso es lo único que puedo entender.
-Eso significa que no entendés nada.
-Yo creo entender algo, un poco.
-No digas pavadas. Nada de esto es importante. Todo es inútil.
-¿Es inútil?- se quedó pensando- Eso quiere decir que hay otras cosas que son útiles. Díganme cuáles.

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2





-¿Vieron lo boludas que son las minas de acá?, si vuelve a aparecer otra la mando a volar.
- Creo que es su trabajo- contestó Mara – a lo mejor a ella ni siquiera le molesta.
-Igual es pelotudo.
-Pero es su trabajo, no se, me imagino que el dueño las debe tener picando a todas.
-¿Entonces por qué trabajan en lugares de mierda como éste? Yo no lo haría de ninguna manera.
Nina pareció a punto de sonreír. Hasta entonces no había manifestado señal de vida alguna.
-La gente de éste lugar es idiota- comentó.
-¿Ustedes son idiotas?
-No. Sólo la gente que frecuenta éstos lugares.
-Pero vos propusiste que viniéramos.
-Sí, pero eso no tiene nada que ver.
-¿Entonces cómo es?- les preguntó a las dos.
-Jamás lo entenderías.
-Que nihilistas son. No creo que lo piensen en serio- se levantó a buscar una coca-cola.
Al volver observó que muy cerca de la mesa había otra chica con uniforme que estaba pasando un escobillón. Las examinaba con curiosidad, sin disimularlo. Nina y Sheena, que también habían notado la presencia de una segunda empleada, aguardaron.

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1





Tres chicas entreron a Burger King. Eligieron una mesa del fondo, a la izquierda de un largo corredor cerca del cual se desarrollaba un cumpleaños infantil. Nina y Sheena adoptaron una postura relajada, apoyando los pies sobre el asiento y arrojando una mirada de infinito desprecio a su alrededor. Mara se sentó derecha y apoyó las manos sobre la mesa.
La música modificó su estado de ánimo. Todas las miradas y las voces que las rodeaban se conjugaban en un ambiente cotidiano, casi agradable, más normal y previsible. Ninguna pidió nada, a pesar de que varias mozas se deslizaban por el local en patines y minifalda.
-Creo que los pedidos hay que hacerlos por allá- dijo Mara.
-¿Que carajo me importa?- le contestó Sheena.
-Que nos van a echar si no tomamos nada.
-Me gustaría que se atrevieran a hacerlo- prosiguió desafiante mientras reafirmaba su postura con los pies sobre el asiento y mirada desdeñosa.
Pero justo cuando Mara pensó en levantarse para comprar una coca-cola (y así evitar una situación desagradable), una empleada rubia, con patines y mini-falda, se acercó a la mesa donde estaban.
-Si no van a consumir nada no pueden quedarse.
-Te vas a la puta madre que te parió- intervino Sheena.
La mujer se quedó helada, pero a juzgar por su apariencia, no podía ser del tipo de mujeres que se dejan llevar por delante. Mara esperó su reacción con ansias, casi gozándolo.
-¡¿Qué!?
-Que te vallas a la mierda y nos dejes en paz. Tenemos que hablar.
-Mirá nenita, empezá por sacar los pies del asiento.
Sheena se paró allí mismo y restregó los dos pies con fuerza sobre el tapizado. Como si fuera un felpudo viejo. Volvió a sentarse.
-¿Te gusta así? Ahora dejanos tranquilas. Fuera.
La mujer dio media vuelta sobre las rueditas de los patines y se alejó. Sheena inició una conversación casi forzada.
Una noche, la tal Sheila le dijo a Patti que la queeria más que a nada en el mundo. Patti me aseguró que esas fueron las palabras que empleó, Patti había llevado a Sheila a su casa y estaban frente a la puerta. Patti le contestó que ella también la quería, que quería a todas sus chicas. Pero no del modo que pensaba Sheila. Entonces Sheila le tocó el pecho a Patti. Patti me dijo que tomó la mano de Sheila entre las suyas y le advirtió que esas cosas no le iban. Dijo que Sheila ni chistó, que sólo asintió con la cabeza, apretó la mano de Patti, la besó y salió del coche.



Raymond Carver, "Vitaminas", 1993