domingo, 10 de enero de 2010

Los invitados de Brülsen se podían dividir en altos y bajos, flacos y gordos, viejos y jóvenes, rubios y morenos, mujeres y hombres. Posiblemente habia otros criterios de clasificación: alérgicos y no alérgicos, muy ricos y fabulosamente ricos, adúlteros y adúlteras, jugadores de bridge y jugadores de golf. Pero la única clasificación que a mi me interesaba era la que los dividía en los que yo no conocía y los que yo conocía. En el primer grupo había unas diez personas de distintos tamaños, colores y formas y supongo que sexos también aunque nunca se sabe, a las que Brülsen me presentó, a las que dije jola que tál y a las que borré tres segundos después. No quería hacer nuevas amistades: con las que tenía me sobraban.



Angelica Gorodischer Floreros de Alabastro, alfombras de Bokhara

jueves, 7 de enero de 2010

Frente a la T.V

Llegaba tarde a casa y la encontraba tirada en el sofá mirando la TV. Generalmente cuando llegaba tenía hambre. Me decía: "Amor tengo hambre". Lo que vos querés es que yo vaya al Súper y te compre un sándwich ¿no es cierto? Sí, me decía, mientras su larga cabellera negra sin lavar caía hasta juntarse con la alfombra verde sin limpiar. En la cocina los platos sucios se arremolinaban junto al desparramo de cosas sin juntar. En el baño, la ropa de la semana se mezclaba junto a un par de libros sin leer. "¡Perfecto! ¿Lo querés con jamón y queso, solamente con queso, con lechuga y tomate, con azafrán y magnolias? -no sé, me respondía-, ¡pero lo quiero ya! Y así yo partía a atender a la reina de la casa. Le traía un sándwich de calabacín con orejas de jabalí, se lo zampaba y seguía en el sofá mirando la TV.
No sé cuál será su paradero, tampoco me importa, pero de seguro que en algún lugar del planeta estará tirada en el sofá mirando la TV, diciendo "Amor tengo hambre".