sábado, 27 de marzo de 2010

fragmentos de FRAGMENTOS

ADORABLE: Al no conseguir nombrar la singularidad de su deseo, el sujeto desemboca en esta palabra un poco tonta: ¡adorable!

COLOCACIÓN: El sujeto ve a todos "colocados", y cada uno le parece como provisto de un pequeño sistema práctico y afectivo de vínculos contractuales, de los que se siente excluido; experimenta entonces un sentimiento ambiguo de envidia e irrisión.

COMPRENDER: Al percibir de golpe el episodio como un nudo de razones inexplicables y de soluciones bloqueadas, el sujeto exclama: "¡Quiero comprender (lo que me ocurre)!"

CONTINGENCIAS: Pequeños acontecimientos, incidentes, reverses, fruslerías, mezquindades, futilidades, pliegues.

DEPENDENCIA: Figura en la cual la opinión ve la condición misma del sujeto, sojuzgado al objeto.

DESPERTAR: Modos diversos bajo los cuales el sujeto se vuelve a encontrar, al despertar, sitiado por la inquietud de su pasión.

ENCUENTRO: La figura remite al tiempo feliz que siguió inmediatamente al primer rapto, antes que nacieran las dificultades de la relación.

ESCENA: Intercambio de cuestionamientos recíprocos.

EXILIO: Al decidir renunciar a determinado estado, el sujeto se ve con tristeza exiliado de su Imaginario.

IDENTIFICACIÓN: El sujeto se identifica dolorosamente con cualquier persona (o con cualquier personaje) que ocupe en la estructura la misma posición que él.

IMAGEN: Las más vivas heridas provienen más de lo que se ve que de lo que se sabe.

INSOPORTABLE: La sensación de una acumulación de sufrimientos que explota en este grito: "Esto no puede continuar".

NUBES: Sentido y uso del ensombrecimiento de humor que se apodera del sujeto bajo el efecto de circunstancias variadas.


Fragmentos de Fragmentos de un Discurso Amoroso, Roland Barthes, 1977

miércoles, 24 de marzo de 2010

¿Qué será la escritura?

Calculo que no hay una respuesta concreta a la pregunta "¿Qué es la escritura?", quizás nunca la hubo y probablemente nunca la habrá. Sin embargo, puede resultar tentador intentar aprehender el problema -y quizá solucionarlo- considerando qué tienen en común todos los mensajes que pueden transmitirse de forma escrita. Pero lamentablemente una reflexión más profunda nos sugiere que ésta clasificación sería, como mínimo, ingenua y simplificadora al menos por tres motivos:
En primer lugar, para encontrar qué tienen en común los mensajes escritos habría que empezar por definir "forma escrita", lo cual nos translada a la pregunta originalmente planteada. En otras palabras, el método es circular.
En segundo lugar, poder identificar elementos comunes equivale a decir que estos tienen la capacidad de abstraerse de la escritura para constituír otros sistemas de comunicación más amplios. Y de esta manera no estamos definiendo a la escritura, sino a la semiótica en general.
Finalmente, porque el hecho de identificar las unidades mínimas de la escrtura tampoco responde concretamente a la pregunta "¿Qué es la escritura?", simplemente clasifica los elementos que la constituyen. De la misma manera, elaborar una lista de los items comunes de posibles menúes para el desayuno tampoco proporciona una definición adecuada del concepto de "desayuno".

Entonces nos encontramos ante un terreno mas complejo y engorroso de lo que en un primer momento parecería. Tampoco es conveniente adoptar una definición provisiora y proceder a partir de ella, pues esto no haría mas que empeorar las cosas planteando el problema de manera equivocada.

Creo yo que la mejor manera de abordar el análisis sobre la escritura es comenzar por deslidar estas dos cuestiones: comprender aquello que la escritura hace posible no es en absoluto lo mismo que comprender aquello que la hace posible.

viernes, 12 de marzo de 2010

Fear of writing?




¿Por qué no se me ocurre qué escribir? ¿Será miedo a la página en blanco? ¿Será que la excesiva planificación aniquila el deseo?

La respuesta a estas preguntas, cualquiera que sea, ha perdido ya el sentido, puesto que he logrado, aunque más no sea con unas cuantas líneas de inútiles elucubraciones, escribir algo. Sounds fair to me.

Verdaderamente mi idea inicial de esta noche, la que me llevó tomar la lapicera, no era exactamente la de manifestar mi actual bloqueo, sino la de escribir un relato, por modesto que sea, de ciencia-ficción.

Lamentablemente todavía no tengo pista alguna sobre lo que quiero escribir, no me preocupa sin embargo, pues supongo que se me irá ocurriendo en el curso de la narración; y tengo bien en claro de antemano que cualquier inconveniente que surja con los personajes, los pondré a llorar.

Ahora bien, tampoco me imagino quién podría leerlo, quién sería un lector oportuno. Me atrevo a decir que me considero buena lectora de mi misma, de forma que este futuro texto lo lea el que le interese, aunque probablemente no lo lea nadie.

Por el momento los posibles escenarios no llegan a convencerme. Tengo en mente un pequeño pueblo al norte de Irlanda, del que no conozco más que el nombre; el sótano de una casa abandonada en Bogotá; las Islas de Caribe; y esta habitación.

Los personajes también dejan mucho que desear: un jefe de policía que ha sufrido su segundo infarto cerebral; una pareja de traficantes de cocaína; una sociedad secreta de hombres y mujeres que investigan los cambios meteorológicos; y finalmente yo en mi cama, el gato dormitando al lado de la puerta y un relámpago imprevisto de imaginación.

No culpo al lector que decida abandonar la lectura en este momento, y menos al que ya la haya abandonado. No culpo a nadie. Al fin y al cabo yo quería escribir un relato, y bueno, creo que ya lo he hecho.

lunes, 1 de marzo de 2010

Aquellas contingencias de la lengua

¿Qué son acaso la mayoría de las innovaciones poéticas? ¿No son casi siempre violaciones o ampliaciones de la norma, permitidas por el sistema?

No podemos derivar un aumentativo de carta en -ón, porque encontramos el camino cerrado por un cartón; y para el antónimo del término fonológico pertinente nos resistimos a emplear el prefijo negativo in-(im) porque encontramos el camino cerrado por otro impertinente.