Por debajo de la angustia que me produjo ese segundo accidente, sumado al primero, pensé que era curioso, y quizás significativo, que nuestros portadores, puestos en el difícil trance de resbalar con toda la carga encima a la velocidad del relámpago, en lugar de perder alguno de sus bultos perdieran partes de su cuerpo.
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