miércoles, 23 de mayo de 2012

Eran los hombres los que construian las verdades y cada verdad estaba compuesta por una gran cantidad de pensamientos difusos. Las verdades se hallaban por todo el mundo, y eran todas hermosas. Las verdades se contaban por centenares, y eran todas hermosas. (...) En el momento mismo en que una persona se apropiaba de una verdad, la llamaba su verdad y se esforzaba por adaptar a ella su vida, se convertia en un ser grotesco, y aquella verdad a la que se habia abrazado se tornaba mentira.

Sherwood Anderson, El libro de lo grotesco (1919)

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