domingo, 25 de julio de 2010


Me dijo que todo iba a salir bien y me dejó apoyar la cabeza en sus piernas. Donnie era un hombre muy cálido y atento. Sus ojos me transmitían un temor moribundo. Me arrancó la ropa en el jardín y me violó, varias veces mientras escuchabamos los autos pasar. Yo le decía, "está bien Donnie, soy una cualquiera y necesito que me castigues". Él me arrastro desnuda varios metros hasta una pequeña casita que se ubicaba detras de los árboles. Allí me golpeó hasta que me desmayé. Cuando abrí los ojos estaba en un sótano, el dolor era tan fuerte que vomité. Por todos los medios intenté que el vómito no cayera sobre su ropa, pero accidentalmente un poco se resbaló y manchó una de sus botas. Se molestó tanto que tomó una pala y comenzó a golpearme la cabeza y el cuerpo. Yo le rogaba que se detuviera, que ya no podía soportar tanto dolor. Quedé inconsciente otro rato. Cuando volví a despertar recuerdo que estaba parado en el marco de la puerta, fumando un cigarrillo. Me miró a los ojos y lanzó una carcajada. Luego recogió un poco del vómito con la mano y me lo restregó por la cara, asegurándose que entrara por todo mi sistema respiratorio. Se reía escandalosamente y me pasaba su mano llena de vómito, me lo pasaba por la nariz y la boca. La tortura continuó, tomó un cuchillo y me hizo varios cortes en la cara y las manos. A pocos metros de nosotros había una máquina de carnicero, que se usaba para seccionar la res. Utilizó la máquina conmigo. Cuando desperté en el hospital, una semana después del incidente, me habían amputado todo por debajo del cuello. Enemigo, amado seas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario