viernes, 12 de marzo de 2010

Fear of writing?




¿Por qué no se me ocurre qué escribir? ¿Será miedo a la página en blanco? ¿Será que la excesiva planificación aniquila el deseo?

La respuesta a estas preguntas, cualquiera que sea, ha perdido ya el sentido, puesto que he logrado, aunque más no sea con unas cuantas líneas de inútiles elucubraciones, escribir algo. Sounds fair to me.

Verdaderamente mi idea inicial de esta noche, la que me llevó tomar la lapicera, no era exactamente la de manifestar mi actual bloqueo, sino la de escribir un relato, por modesto que sea, de ciencia-ficción.

Lamentablemente todavía no tengo pista alguna sobre lo que quiero escribir, no me preocupa sin embargo, pues supongo que se me irá ocurriendo en el curso de la narración; y tengo bien en claro de antemano que cualquier inconveniente que surja con los personajes, los pondré a llorar.

Ahora bien, tampoco me imagino quién podría leerlo, quién sería un lector oportuno. Me atrevo a decir que me considero buena lectora de mi misma, de forma que este futuro texto lo lea el que le interese, aunque probablemente no lo lea nadie.

Por el momento los posibles escenarios no llegan a convencerme. Tengo en mente un pequeño pueblo al norte de Irlanda, del que no conozco más que el nombre; el sótano de una casa abandonada en Bogotá; las Islas de Caribe; y esta habitación.

Los personajes también dejan mucho que desear: un jefe de policía que ha sufrido su segundo infarto cerebral; una pareja de traficantes de cocaína; una sociedad secreta de hombres y mujeres que investigan los cambios meteorológicos; y finalmente yo en mi cama, el gato dormitando al lado de la puerta y un relámpago imprevisto de imaginación.

No culpo al lector que decida abandonar la lectura en este momento, y menos al que ya la haya abandonado. No culpo a nadie. Al fin y al cabo yo quería escribir un relato, y bueno, creo que ya lo he hecho.

2 comentarios:

  1. escribi el papel higienico mientras haces caca.

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  2. Yo sí lo leí.
    Sounds really interesting to me, en especial la locación vernácula, la historia íntima, el agotarse del texto en el deseo (que es lo que me pasa siempre; o casi siempre: recién colgué un pequeño poemita que te insto a leer)

    Besitos, Jones.

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