Allí donde concluye la calle Florida, con elegancia y sin aspavimentos, se encuentra una módica plazoleta circular. En su centro se eleva una estatua de Esteban Echeverría: luce el vate cabizbajo, pensativo, y su capa no vuela al viento. (...) ¿No toleraba Buenos Aires una plazoleta llamada
El matadero?
Martín Kohan, Correo argentino (Apuntes urbanos), 2012.
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