Hoy vivimos en el éxtasis de la comunicación, y este éxtasis resulta obsceno. Las prácticas de los medios masivos de comunicación han reordenado los sentidos de tiempo y espacio. Lo que es real ya no es nuestro contacto directo con el mundo: la ficción se ha realizado y lo real se ha ficcionalizado. La simulación ha reemplazado a la producción.
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